un día miraba muertos; al otro, tenía problemas con sustancias; al tercero, le costaba sonreír, pero si no miraba mucho sorprendía con un abrazo fuerte y protector. Se me escapan las oportunidades y entiendo que uno le pone más requisitos al formulario de los días turbios y olvida que lo que queda son los momentos que el mal humor pasa que jamás vamos a entendernos que los ítems a marcar no van a ser los esperados y que por lo general, uno trata de dejar al margen que si se siente algo debe ser más parecido a un síntoma a descifrar por la salita de auxilios del barrio.