Primera vez que llego al blog, y me pareció como encontrar una suerte de tesoro, realmente de los que me gustan. Con respecto al texto... me llenaste de nostalgia, gracias.
pd/Ya te estoy siguiendo. Y te invito, humildemente, te pases por casa. Un beso.
EL CEMENTERIO DE LOS LIBROS OLVIDADOS Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido. —Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie —advirtió mi padre—. Ni a tu amigo Tomás. A nadie. —¿Ni siquiera a mamá? —inquirí yo, a media voz. Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombra por la vida. —Claro que sí —respondió cabizbajo—. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo. Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. La enterramos en Montjuïc el día de mi cuarto cumpleaños. Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda la noche, y que cuando le pregunté a mi padre
* Debajo de las sabanas La noche siempre llega. Tu piel la tiñe de colores. Me pierdo. Nadie ve el mundo que uno puede construir. Nadie explica lo que dice el duende de la mañana. En los baúles solo hay diarios viejos sólo hay rastros de viejos amores de soledades perdidas. Y al desvanecer las heridas el cielo pinta y despinta lo que volvemos a creer.
Primera vez que llego al blog, y me pareció como encontrar una suerte de tesoro, realmente de los que me gustan.
ResponderEliminarCon respecto al texto... me llenaste de nostalgia, gracias.
pd/Ya te estoy siguiendo. Y te invito, humildemente, te pases por casa. Un beso.