Ir al contenido principal

Esquina


Un semáforo puede ser poesía
si al dar el rojo
nos encuentra.

Los autos cruzan
en la hora pico del lunes.
Pasa quién sabe quien,
hay puntos fijos en su cara;

uno o dos lunares,
pequeños,
casi perfectos.

Las luces invaden el cuerpo;
lo encienden,
se agota la paz,
las manos danzan
como pidiendo piedad.

Hay voces resonando
entre la cumbia móvil;
acá adentro,
allá afuera.

No hay línea
nada divide nada,
los frenos pegan fuerte
en esta esquina,
en mi cabeza,

una mirada
entre el tricolor,
una sonrisa
entre el misterio
acelera la noche.

Los auriculares en la mochila.
No hay despedida.

Los encuentros quedan abiertos
en cualquier calle de la ciudad.


Comentarios

Publicar un comentario

Hola, ¿cómo estás?

Entradas populares de este blog

Algo simple.  Vos. Algo complejo.  Despertar con. Te lo dije muchas veces.  no somos uno. Dos. Plural.

Así fue nuestra obra

El parque estaba verde, en su mejor momento, el agua fría, creo yo, quedé a doscientos metros de distancia el sol brilló sobre los papeles que desplegamos en el pasto. Las palabras, pensadas letra por letra.  No hubo de más, ni de menos, la simulación estaba activada. todo lo esperado nunca llegó. No era el momento; me quejo con el destino Así no tenia que ser, faltaban las risas, los chistes las canciones y el color (y el calor) Nada; eso fue. nada. Despegamos. Aunque forcemos el camino, no había marcha atrás,  nos atropelló la vida como mil veces, vos hiciste tu parte,yo no ayude a mejorar. El silencio nos mató poco a poco, pero como dice la canción, el amor es más fuerte. Resucitar siempre fue lo que mejor se nos dio. Crecimos lejos, nos hicimos lejos. Inventamos laberintos disfrazados de puentes, los pintamos, sin saber nada de arte callejero quedó genial la obra, la miro y creo que es el Muro de Berlin en la foto que l...

sonatina

Aún me hago la misma pregunta "¿Que tendrá la princesa?" ...Siempre tuvo arte en sus manos.* SONATINA La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?  Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa ...