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Ella me leia Nietzsche para dormir

Cada momento era indicado para estar cerca.
Mirábamos el rio pasar tras la ventana
ella dibujaba figuras circulares en el vidrio
empañado
yo seguía las líneas en su espalda.
Una costumbre que nos dejaba dormir en paz

Su voz unía las esquinas del cuarto
hablando de Dios y Perón
Repetimos la escena
en cada caminata del martes por la ciudad.
La costumbre de pasar por French hasta llegar a la playa.

En el vidrio quedaron círculos marcados
Cuando se fue,
volando con el humo de la ultima pitada,
se me cayó una gota sobre el libro elegido este sábado a la noche.
Dios murió.
y aun no entendemos que al río
solo lo compartimos por fotos.

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